martes, 27 de mayo de 2014

Doménica

En una mañana de enero, bajo la llovizna fría fui a buscarte; cuando te vi tan pequeña y asustada sentí tanta ternura, te llevé conmigo. No puedo explicar la conexión que nació por ti desde ese día, dudé en ¿qué hacer por ti? No supe hasta que te cargue. Al tomarte entre mis brazos, fuera de aquel cartón que te protegió en la madrugada, te abrazaste a mí, entonces comprendí que debía cuidar de ti. Poco a poco conocí tus juegos, tus gustos y disgustos; supe que el amor era algo más allá de eso, cada vez que te veía mover una pierna o el rabo, cada vez a tu manera me hacías saber que si podrías andar, me enseñaste la Fe. No me importó abstenerme de una salida, un viaje, cualquier cosa que vaya a distraerme para cuidarte. Tu manera de acariciar mis brazos, como si estuvieras abrazándome,
limándote tus uñas en mis pantalones mientras te cambiaba de pañal, era tan indescriptiblemente adorable. Y ese sonido que hacen los gatos al mimarse y buscar que los mimen, en ti era singularmente extraordinario. Esos arañazos que me dabas cuando tenías que hacer terapia y bañarte... Hasta que decidiste ceder y fue así como disfrutabas bañarte porque eras tan inteligente que comprendías que solo así podías mantenerte limpia en las partes de tu cuerpo donde no alcanzabas a asearte con tu pequeña lengua. Recuerdo que te gustaba pelear con mis gatas, jamás perdiste el alma callejera, era tu manera de marcar territorio y decir: Esto es mío. El significado de traviesa te lo sabías tan bien que hasta considero que le hacías mérito a la palabra, por que oh Dios como te encantaba hacer travesuras. Con todas estas descripciones de ti, quisiera resaltar lo mucho que me enseñaste... Tu perseverancia, tu sonreír y pelear cada vez que estaba algo mal, no sé cómo le hacías pero te levantabas y al día siguiente nada había pasado. Creo que me acostumbré mucho a eso que hizo que te creyera invencible... Mi negra, mi amor negrito, mi mome... Quiero ser redundante e insistir "tú me enseñaste" si!!! A limpiar el corazón y sacar el rencor, hasta el final me enseñaste que el amor verdadero perdona, me sanaste... Aprendí de ti que se puede correr sin correr, que se puede ser libre y feliz, aquí adentro, en el corazón. Tal vez algún día llegue a mis manos otra gatita con alguna incapacidad causada por un humano, ese humano al que no le conociste la cara pero perdonaste; te prometo cuidarla y te prometo seguir, por ti y por los que vendrán. Gracias por rescatarme negra mi vida, negra mi amor... Doménica. Te amaré siempre Escrito el 28 de mayo del 2014 01:05